Nuestro zumo de olivas es cosechado por expertos, en nuestra propia finca en la Provincia de San Juan, República Argentina, bajo un microclima ideal y con el marco imponente de los picos nevados de la Precordillera de los Andes, de cuyo deshielo cae el agua pura que nutre los olivos, impregnándolos de pureza.
Allí el fruto es recolectado manualmente en su punto óptimo de madurez y transportado rápidamente a la almazara, con el fin de evitar su deterioro. El mismo día de su recolección y una vez en el molino, las aceitunas son lavadas cuidadosamente, clasificándolas al mismo tiempo por calidades o variedades; y por medio del proceso de molturación, las aceitunas son trituradas para lograr la liberación paulatina del aceite.
A partir de la masa triturada y batida, se separa la fase sólida de la líquida mediante el sistema de elaboración continuo, proceso mediante el cual el aceite es separado del orujo a través de centrifugadoras verticales, donde la fuerza centrífuga aplicada separa las distintas fracciones por diferencia de densidad. Este proceso permite mejorar el control de los procesos y la calidad del aceite. Aunque se mantiene la frase “prensada en frío” ya que es un concepto instalado entre los consumidores, reminiscencia del método antiguo y que en la actualidad suele utilizarse en algunas fincas tradicionales.
Una vez en la bodega, el aceite se almacena en depósitos de acero inoxidable, en la oscuridad y bajo temperaturas suaves y constantes para así conservar inalteradas sus excepcionales cualidades y así crear Extra Virgen de propiedades organolépticas envidiables y cualidades físico químicas para destacar, como lo es su índice de acidez por debajo de 0,3%.